jueves, 7 de enero de 2016

La Ley de Causa y Efecto - Mecanismo


El budismo sostiene que causa y efecto son, en esencia, simultáneos. En el instante en que creamos una causa, ya está contenido el efecto, como si fuera una semilla plantada en la profundidad de nuestras vidas. Pero si bien este efecto es plantado en el mismo instante en que la causa es creada, puede que no aparezca instantáneamente. El efecto sólo se manifiesta cuando aparecen las circunstancias adecuadas.

El budismo, además, subdivide el concepto de causa y efecto en causas internas, causas externas, efectos latentes y efectos manifiestos. Al respecto ha dicho Daisaku Ikeda:

"Cada actividad vital sucede como resultado de algún estímulo exterior. Al mismo tiempo, la verdadera causa es la causa inherente dentro del ser humano".
"La lúcida mirada del budismo discierne la Ley de la vida que subyace al caos aparente, y la identifica como la fuerza que sustenta y activa todos los fenómenos desde lo profundo".

La causa interna sería la causa latente que produce un efecto de su misma cualidad, bueno, malo o neutral. La causa externa sería la causa auxiliar que desencadena al relacionarse con la interna un efecto. Por ejemplo alguien golpeado sin razón aparente montará en cólera. El hecho de ser golpeado sería la causa externa y la interna sería la tendencia de esa persona a enfurecerse con facilidad. El efecto latente se refiere al efecto producido cuando se activa una causa interna mediante su relación con la causa externa que la provoca. La ira que brota de la persona al ser golpeada sería el efecto latente. El efecto manifiesto se refiere al resultado perceptible y visible que surge, oportunamente, como expresión de un efecto latente.
Teniendo en cuenta todo el mecanismo de causas y efectos podríamos decir que el resultado depende de la causa interna que hay en lo profundo y cuando logramos cambiar ésta, que subyace en el interior automáticamente se refleja en el exterior.

En palabras de Daisaku Ikeda, y en relación con la causa interna que en estos momentos hace que en distintas partes del mundo existan diversidad de conflictos:

"Tal vez resulte tentador convencerse  de que son los estados o las alianzas entre los países los responsables de iniciar una guerra. En realidad ésta se origina en el corazón de cada individuo. El budismo enseña que la guerra es fruto de la ira y el egoísmo. Para erradicar la constante amenaza de conflictos bélicos, es necesario conquistar y doblegar la naturaleza egoísta que acecha en el interior de cada ser humano. ¿Qué es lo que impide que el poder del bien tenga un mayor impacto? ¿Qué es lo que obstruye el proceso hacia la paz? La desconfianza. Con frecuencia ésta tiene sus raíces en rivalidades y conflictos pasados. Es necesario derribar el muro de la desconfianza y esforzarse en descubrir la bondad que brilla en cada ser humano, pues, de otro modo será imposible todo avance hacia la paz".