lunes, 23 de noviembre de 2015

Las causas de la enfermedad según el Budismo


Los primeros tratados de medicina surgieron de la mano de Hipócrates y su teoría de la enfermedad o salud como el equilibrio o el desequilibrio de los cuatro humores que se correspondían con los cuatro elementos(tierra, agua, aire y fuego). Alrededor de la misma época de Hipócrates, Shakyamuni, el fundador del Budismo, también estaba proponiendo ideas notablemente similares sobre la salud y la curación. Como príncipe de un pequeño reino de la India, se decía que tradicionalmente el propio Shakyamuni había estudiado medicina, de manera que había adquirido conocimientos acerca de las técnicas médicas practicadas en su época. Esas raíces pueden haberle ayudado a consolidar los vínculos que unen la espiritualidad budista con la curación. Los textos budistas, por ejemplo, comparan los sufrimientos y las ilusiones de las personas con la enfermedad, a Shakyamuni con un gran médico, y a sus enseñanzas con la buena medicina.

La visión de Shakyamuni de las artes curativas era eminentemente práctica. Dada la dificultad de mantener las condiciones sanitarias en su tiempo, por ejemplo, él prefería dietas no invasoras y la terapia de ungüentos a la cirugía "aunque la permitía si no había alternativa. Otros ejemplos de esta aproximación pragmática incluyen la insistencia en la higiene apropiada y el reconocimiento del valor del ejercicio físico



No obstante, lo más importante es que Shakyamuni nunca recurrió a lo que podría ser considerado como la "fe curadora", no instruyó jamás a un enfermo a realizar rituales mágicos de ningún tipo. Más bien, él ofrecía a la gente una instrucción racional y pragmática para tratar sus heridas y enfermedades, basado en su profundo discernimiento de la naturaleza de la vida. Entre los principios claves que enseñó están la unidad del cuerpo y la mente, el valor de la misericordia altruista y el incremento de la sabiduría y las energías vitales naturales inherentes a la vida.


Existen seis causas de enfermedad según el budismo.


   La primera causa sería la desarmonía de los cuatro elementos:


 Tierra- músculos
 Agua-sangre, fluídos
 Viento-respiración
 Fuego-temperatura.



La segunda, obviamente, los malos hábitos.



   La tercera se trataría de unos hábitos desordenados (falta de descanso, falta de ejercicio...)




   Cuarta causa: Exposición a microbios y virus.




   Quinta: Las emociones dañinas que distorsionan el buen funcionamiento de nuestro cuerpo, dónde se incluyen los deseos mundanos, la avaricia, la envidia...




Y por último la sexta serían todas aquellas enfermedades que llegan a modo de retribución kármica.


domingo, 15 de noviembre de 2015

Libros destacados de Daisaku Ikeda





El filósofo interior de Lou Marinoff


Conversaciones sobre el poder transformador de la filosofía.
Por el autor del best seller Más Platón y menos prozac
Lou Marinoff y Daisaku Ikeda conversan en este libro acerca de los siguientes temas enmarcados en el ámbito de la filosofía: la gratitud hacia los padres, las fuentes del optimismo, la recuperación de los objetivos, el respeto, la naturaleza de la curación, el poder curativo del diálogo, el diálogo para la consecución de la paz y el humanismo, la sabiduría atemporal, la práctica de la virtud, las artes y el espíritu humano, la interrelación entre la vida y la muerte, las mujeres y la construcción de culturas de paz, el alivio del sufrimiento y la difusión de la felicidad.
En total, son dieciséis intensas conversaciones entre dos filósofos, uno occidental y el otro oriental, que mediante planteamientos propios del discurso filosófico buscan medios que contribuyan a la creación de una sociedad más humana, más justa y más compasiva.
Ambos pensadores, por turnos y en la línea de los anteriores libros de Marinoff, echan mano de la sabiduría de Lao Tzu, Confucio, Aristóteles, Sócrates y otros  para  mostrarle al lector que desde la filosofía se puede ayudar a las personas a que recurran a sus propias fuerzas interiores para superar el sufrimiento, vivir felices y crear valores sociales.
 

Desvelando los misterios del Nacimiento y la Muerte


Daisaku Ikeda, presidente de la Soka Gakkai Internacional, es el pensador budista más prominente de la actualidad, y un puente indiscutido entre el pensamiento contemporáneo y la milenaria sabiduría del budismo. En este libro, Ikeda, explora los grandes interrogantes de la existencia por medio del acervo filosófico del budismo Nichiren, una de las corrientes más difundidas y practicadas en él mundo de hoy. Sin detenerse en los aspectos teóricos, analiza las distintas fases de la vida y es capaz de infundir esperanza y aliento aun frente a temas tan complejos como la enfermedad, la vejez y la muerte. Lectores de todas las generaciones encontrarán en estas páginas una fuente de inspiración y de impulso a la hora de desarrollar su potencial ilimitado de superación. Desvelando los misterios del nacimiento y la muerte conjuga rigor filosófico, empatía humana y penetración psicológica con un enfoque rotundo y transformador, orientado a la victoria del ser humano sobre sus circunstancias.





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    Extracto de "El budismo chino"

    (Extracto del libro El budismo chino de Daisaku Ikeda, publicado por Emecé Editores, Buenos Aires, 1993, págs. 141 y 142.)
    El pensamiento budista anterior había descrito los Diez Estados de la Vida como diez condiciones en que los seres pueden renacer, según la clase de karma que hayan creado en sus existencias pasadas. Estas condiciones van desde los estados inferiores del ser, como el Infierno o el Hambre (“demonios hambrientos”) hasta los más elevados, de Bodhisattva o Buda. En el Budismo de los primeros tiempos, se había expuesto que los diez estados eran mutuamente excluyentes, es decir, que un individuo podía ocupar sólo un estado en cada existencia, y que, para desplazarse de uno a otro, debía renacer sucesivamente. Pero en el sistema de Chih-i, los Diez Estados de la Vida son multiplicados por los diversos factores que los condicionan, para producir un total de tres mil estados o aspectos posibles, según los cuales se manifiesta la vida. Chih-i llega a afirmar que todos estos tres mil estados posibles se hallan presentes en cada instante o “momento vital” del individuo. En una sola existencia, un ser puede ir de un estado al otro innumerables veces. Así, uno puede ascender mediante la práctica religiosa y esforzarse hasta llegar al objetivo supremo, que es el estado de Budeidad, sin tener que pasar por una larga serie de renacimientos. O, a la inversa, puede descender en esta escala hacia los estados inferiores de la vida, si comete malas acciones y desdeña su búsqueda espiritual.




                                       Descripción: "¿Qué es la vida? ¿Qué sucede después de la muerte? ¿Cómo enfrentar las dificultades y los dolores que acontecen desde que nacemos hasta que morimos? Daisaku Ikeda, presidente de la Soka Gakkai Internacional, es el pensador budista más prominente de la actualidad, y un puente indiscutido entre el pensamiento contemporáneo y la milenaria sabiduría del budismo. En este libro, Ikeda explora los grandes interrogantes de la existencia por medio del acervo filosófico del budismo Nichiren, una de las corrientes más difundidas y practicadas en el mundo de hoy. Sin detenerse en los aspectos teóricos, analiza las distintas fases de la vida y es capaz de infundir esperanza y aliento aun frente a temas tan complejos como la enfermedad, la vejez y la muerte. Lectores de todas las generaciones encontrarán en estas páginas una fuente de inspiración y de impulso a la hora de desarrollar su potencial ilimitado de superación. Develando los misterios del nacimiento y la muerte conjuga rigor filosófico, empatía humana y penetración psicológica con un enfoque rotundo y transformador, orientado a la victoria del ser humano sobre sus circunstancias."




    En esta propuesta, centrada en el valor de la dignidad humana, Ikeda insta a actuar por la abolición de las armas nucleares, a enfrentar la pobreza desde el aspecto de los derechos humanos y a buscar vías para mejorar las relaciones entre China y Japón
    A fin de incentivar un mayor respeto por la dignidad humana, Ikeda propone se consideren tres pautas: compartir las alegrías y los sufrimientos del prójimo; tener fe en el potencial ilimitado de la vida, y defender y celebrar la diversidad. En especial, Ikeda enfatiza que el diálogo y la autorreflexión conducen a la empatía y a la construcción de una cultura de paz. Señala que, debido a que la identidad del ser humano consta de múltiples aspectos, "siempre es posible descubrir coincidencias y afinidades, cuando se establece un intercambio de persona a persona".
    En cuanto a la aplicación de medidas concretas, Ikeda aplaude los esfuerzos realizados por Noruega y Suiza para advertir al mundo sobre las consecuencias humanitarias catastróficas de las armas nucleares, y exhorta al Japón a apoyar dicha iniciativa, por ser este el único país que ha sido víctima de tales artefactos de destrucción masiva. Luego, insta nuevamente a redactar y adoptar una Convención sobre Armas Nucleares que prohíba completamente dichas armas, y propone se lleve a cabo una sesión ampliada de la Cumbre del G8 en Hiroshima o en Nagasaki en 2015, año del 70º aniversario de los bombardeos atómicos sobre ambas ciudades, como una oportunidad para que los líderes del mundo renueven su compromiso con la erradicación de las armas nucleares.
    Ikeda destaca la celebración del 65º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos en 2013 y pide abordar con urgencia la cuestión de la pobreza como un asunto de derechos humanos. Sugiere el establecimiento de un Piso de Protección Social en cada país para que las personas que viven en condiciones de extrema pobreza puedan recobrar su dignidad. Y propone la promoción de la educación y la formación en derechos humanos en el ámbito mundial.
    Ikeda, quien ha impulsado la amistad entre China y Japón por más de cuarenta y cinco años, lamenta el deterioro actual de las relaciones bilaterales. Sin embargo, rehúsa caer en el pesimismo, con la convicción de que prevalece una profunda amistad entre los dos países, cultivada a través de incontables intercambios a lo largo de los años. Solicita a ambas partes confirmar dos compromisos asumidos a la firma del Tratado de Paz y Amistad de 1978: prescindir del uso de la fuerza o de la amenaza militar, y descartar la búsqueda de la hegemonía regional.
    Ikeda sugiere la celebración de un foro de diálogo de alto nivel entre China y Japón, con miras al cese de las provocaciones. Enfatiza que, a pesar de que sean inevitables los debates encendidos, ambas partes deberían analizar con franqueza las raíces de su mutuo antagonismo e intentar comprender cada una de las preocupaciones y los propósitos de la otra parte. Subraya que se restablecerá la confianza solamente cuando se sumen esfuerzos para resolver problemas comunes. Por lo tanto, Ikeda propone que China y Japón establezcan una organización para la cooperación ambiental en el este de Asia, que permita "crear oportunidades para que los jóvenes de ambos pueblos trabajen unidos por un mismo objetivo".





    Entre la amplia variedad de temas tratados figuran el rol social de la religión, la ética para la época moderna, la función de la moral personal, los límites de la racionalidad, los principios de la no violencia, la ética del suicidio y la pena capital, y el carácter del nacionalismo.








    El buda viviente

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    Extracto de "El buda viviente"

    (Extracto del libro El Buda viviente: Una biografía interpretativa de Daisaku Ikeda, publicado por Emecé Editores, Buenos Aires, 1989.)

    El contenido de la iluminación de Shakyamuni (páginas 89 y 90)
    De manera que después de muchos años de practicar austeridades y después de haber luchado contra Mara y sus huestes y de haberlos vencido, Shakyamuni alcanzó la iluminación. En aquel momento tenía treinta o treinta y cinco años, según la fuente que aceptemos sobre la edad en la que abrazó la vida religiosa y el número de años que la llevó a cabo. Las escrituras designan la iluminación de Shakyamuni con la expresión sánscrita anuttara-samyak-sambodhi, que significa “sabiduría perfecta y no sobrepasada”, el tipo de sabiduría capaz de percibir la verdadera naturaleza de todos os múltiples fenómenos de la existencia. Pero, ¿en qué consistía exactamente esa sabiduría no sobrepasada? ¿Cuál era la naturaleza esencial del mundo que Shakyamuni percibió aquella noche bajo el árbol de la Bodhi en Buddh Gaya?
    Las escrituras ofrecen varias relaciones del contenido de la iluminación de Shakyamuni, pero cuando las estudiamos una a una, nos queda cierta confusión en lo tocante a la naturaleza exacta de la iluminación. Según los Agama sutras, el proceso de iluminación de Shakyamuni se desarrolló en tres etapas, correspondientes a las tres guardias de la noche y Shakyamuni alcanzó el estado de sabiduría perfecta y no sobrepasada durante la tercera guardia.
    *   *   *

    La ley de causalidad (páginas 93 a 96)
    Después de haber visto cómo los seres vivos están destinados al constante renacer en los mundos del pasado, del presente y del futuro, Shakyamuni entró en la etapa final de su iluminación durante la tercera guardia de la noche. Aprehendió la verdad última sobre la vida y el mundo y completó así el proceso por el cual se convirtió en un buda. Pero, ¿en qué consistía exactamente esta verdad última? En general, las escrituras están de acuerdo en sus relatos sobre la primera y la segunda guardia, pero difieren considerablemente en cuanto a lo que realizó Shakyamuni en la tercera guardia de la noche. Una de las escrituras dice que aquella verdad última era la de los Doce Eslabones de la Cadena de la Causalidad, en tanto que otras fuentes la identifican como las cuatro Nobles Verdades o sencillamente declaran que Shakyamuni “alcanzó serenidad y paz supremas trascendiendo la vejez, la enfermedad, la muerte, la angustia y la impureza”. De manera que los especialistas no están de acuerdo en lo tocante a la naturaleza de esta última fase de la iluminación, aunque prevalece en general la opinión de que esa última etapa tiene que ver con la ley de la causalidad.
    En sánscrito se conoce e concepto de causalidad con la expresión pratitya-samutpada y en japonés con la voz engi que significa literalmente “existencia dependiente”. El concepto o ley de la causalidad explica el proceso fundamental en virtud del cual todos los fenómenos y seres del universo se dan o existen como resultado de causas. Todas las cosas del universo están sujetas a esta ley de causa y efecto y, en consecuencia, nada puede existir independientemente de las otras cosas o surgir por su propia cuenta. Por esta razón, a menudo se alude a la teoría de la causalidad llamándola “la esencial interdependencia de las cosas”. Es obvio que esta urdimbre causal que liga todas las cosas es temporal y espacial, de suerte que todas las cosas que existen en el momento actual no sólo dependen una de otra sino que el mismo lazo liga a todas las cosas que existieron en el pasado y las que existirán en el futuro.
    Las narraciones de las escrituras acerca de la iluminación de Shakyamuni contienen la descripción de los llamados Doce Eslabones de la Cadena de Causalidad, y los discípulos del budismo Theravada parecen aceptar esta fórmula considerándola como representativa de la concepción que tenía Shakyamuni de la noción de causalidad. Me inclino a creer que esto es una ultrasimplificación. Como se recordará, Shakyamuni abrazó la vida religiosa con el fin de hallar una solución a los problemas planteados por el nacimiento, la senectud, la enfermedad y la muerte. El concepto de existencia dependiente que se le presentó en el momento de la iluminación representa una ley universal capaz de resolver esos problemas, pero se trata de una ley extremadamente profunda por su contenido y extremadamente sutil por su estructura, por lo cual resulta muy difícil de explicarla en un lenguaje sencillo. A fin de ofrecer algo que resultará más fácil de comprender para la gente corriente, Shakyamuni ideó la fórmula conocida como los Doce Eslabones de la Cadena de la Causalidad.
    La fórmula comienza con la pregunta: ¿por qué el hombre está sometido a la vejez y la muerte? Los doce eslabones de la cadena que presentamos aquí en orden inverso, están dispuestos del modo siguiente: 12) la vejez y la muerte son causados por el nacimiento pues sin el nacimiento no habría muerte. Luego sigue la pregunta: ¿cómo surge el nacimiento? 11) el nacimiento es causado por la existencia; 10) la existencia a su vez es causada por el apego; 9) el apego es causado por el deseo; 8) el deseo es causado por la sensación; 7) la sensación es causada por el contacto; 6) el contacto es causado por los seis órganos de los sentidos; 5) los seis órganos de los sentidos son causados por el nombre y la forma; 4) el nombre y la forma son causados por la conciencia; 3) la conciencia es causada por el karma; 2) y el karma es causado por la ignorancia; 1) la ignorancia es, pues, el último eslabón de la cadena, la fuente de la que surgen todos los dolores y sufrimientos. Lo que Shakyamuni manifiesta es que si sólo pudiera eliminarse la ignorancia, los eslabones de la cadena de la causalidad se romperían uno tras otro hasta que la vejez y la muerte dejaran de existir.
    Me inclino a considerar esta fórmula no más que un medio de predicar la verdad de que la ignorancia impide al hombre alcanzar la felicidad. A decir verdad, no creo que esta doctrina, por lo menos como es expresada en esta fórmula, represente la esencia de la verdad última que Shakyamuni descubrió bajo el árbol de la Bodhi. A mi juicio, esa realidad última que Shakyamuni captó puede designarse mejor con la expresión Ley de la Vida, según la cual el mundo existe en un estado de constante cambio.
    Cuando contemplamos desapasionadamente el gran universo que nos rodea, a primera vista nos parece un espectáculo vasto, sumido en la máxima quietud, pero en realidad palpita constantemente con la creación y el cambio. Lo mismo cabe decir del hombre: envejece, muere, renace y muere nuevamente. Nada en el mundo de la naturaleza o en el mundo de la sociedad humana conoce un solo momento de estancamiento o reposo. Todas las cosas del universo se encuentran en un permanente fluir, surgiendo y cesando, apareciendo y desapareciendo, apresadas en un ciclo sin fin de cambio que está condicionado por la ley de la causalidad que actúa tanto en el tiempo como en el espacio. Esta es la naturaleza de la realidad última. Estoy convencido de que la iluminación de Shakyamuni fue en cierto modo un grito de admiración ante la misteriosa entidad llamada vida, cuyas infinitas manifestaciones están ligadas entre sí y dependen unas de otras en virtud de los nexos de causa y efecto.
    Creo que éstos deben de haber sido los pensamientos que pasaron por la cabeza de Shakyamuni, en la medida en que sea posible que un hombre corriente como yo pueda imaginarlo. Después de la iluminación, Shakyamuni se vio libre de la ignorancia que enceguecía a los otros hombres y pudo vivir de acuerdo con la verdadera Ley de la Vida. ¡Qué júbilo, qué dicha debe de haber experimentado!
    Fuentes: Sgi.España y enlaces a la misma

    domingo, 8 de noviembre de 2015

    Frases de Daisaku Ikeda

     Las personas para quienes siempre todo fue tranquilo, inevitablemente crecerán débiles, complacientes y arrogantes; por otro lado, aquellos que superaron grandes dificultades o profundos sufrimientos como una seria enfermedad, la ruina o la pérdida de algunos de sus padres a temprana edad, son quienes se convierten en victoriosos y verdaderos filósofos de la vida".



    La paciencia es, en si misma, un gran desafío, y a menudo es la clave para superar un aparente punto muerto.


     Cualquiera que toma una resolución descubre con el tiempo que la fuerza de su determinación disminuye con el tiempo. Lo importante no es que no titubees en  tu determinación, sino que no te des por vencido ante la vacilación y no tires la toalla.




    Tenemos tanto una fuerza inherente como una debilidad inherente; ambas son completamente diferentes. Si le damos lugar a nuestra debilidad para que nos domine, seguramente seremos derrotados.

    Mientras seamos humanos, estamos condenados a cometer errores. En todo caso, lo que distingue a una persona enfocada en el futuro de una intransigente, una persona virtuosa de una deshonesta,  es si tiene la capacidad de admitir sus propios errores con franqueza y tomar medidas enérgicas para enmendarlos.

    Cuando tu determinación cambia, todo se mueve en la dirección que tú deseas. En  el momento en que te resuelves a ser victorioso, cada nervio y fibra de tu ser inmediatamente se orienta a si misma en función de alcanzar tu éxito. Por otro lado, si piensas: “esto nunca va a funcionar”, en ese instante cada célula de tu ser se desinfla y renuncia a la batalla.

    Si fallaste ayer, esfuérzate por triunfar hoy. Si fuiste vencido hoy, esfuérzate por vencer mañana.

     Cada vez que te caes, solo vuelve a ponerte de pie. Si puedes levantarte a ti mismo, entonces también puedes avanzar.

     Todo comienza cuando nos resolvemos a dar el primer paso. Con esta acción, la sabiduría surge y el cambio comienza. Sin acción, nada cambia

    No avanzar es retroceder.


     En última instancia, no son las dificultades las que no derrotan, sino nuestra propia debilidad.


     Si quieres entender las causas establecidas en el  pasado, observa los resultados que se manifiestan en el presente. Y si quieres saber que resultados se manifestarán en el futuro, mira las causas que existen en el presente. La realidad de tu futuro se forja por las acciones actuales, por tu comportamiento en este momento.


     Las personas que se mantienen firmes en el aquí y ahora, que no se ven derrotadas por sus limitaciones, que no se comparan a si mismas con los demás, que avanzan con confianza en el camino elegido: esas personas son felices, esas personas son realmente grandes.

    La gente no crece cuando su entorno es demasiado confortable, cuando no tiene desafíos. Es en medio del sufrimiento y el trabajo duro que la fuerza de carácter se forma.

    En la otra cara de la arrogancia reside la cobardía: una falta de coraje para enfrentar la realidad. Del mismo modo, la discriminación y la envidia son también las dos caras de una misma moneda.

    Una persona que se domina a sí misma es verdaderamente libre. La libertad reside en el corazón de los sabios, el sometimiento en el corazón de los necios. 

    Si te vuelves abúlico, te encontrarás restringido, sin importar cuan libre es el entorno en que vivas. Por el contrario, si te mantienes positivo, en actitud proactiva, te verás libre, no importa cuan restrictivo sea tu entorno. La verdadera libertad es el calibre o la capacidad espiritual que le permite a una persona enfrentarse con cualquier circunstancia

    Las personas de fuerza y capacidad genuinas son personas capaces de superar sus propias debilidades. Son personas que persiguen implacablemente los caminos que han elegido en su vida, sin darse por vencidos.

    Las personas no deben vacilar en hacer su máximo esfuerzo, de una manera fiel a sí mismas ¿Cómo sabrás cuán rápido o cuán lejos puedes llegar si nunca corres a tu máxima potencia? Rendirte aun antes de haberlo intentado es realmente arrogante, un afrenta al magnífico poder de la vida en tu interior, y una falta de respeto a ti mismo.

    Uno no puede volverse un protagonista de su vida si uno se deja llevar fácilmente por las propias emociones acerca de cosas intrascendentes. La fuerza del carácter reside en actuar en el teatro de la vida con coraje y confianza, practicando la reflexión y el autocontrol bajo cualquier circunstancia.

    Hay una tendencia humana a culpar a los demás antes de reflexionar acerca de uno mismo. Pero haciendo esto,  nunca encontrarás la verdadera causa del problema, y nunca lograrás un progreso real.


     Solo cuando aprendamos a redirigir la energía que usamos para triunfar sobre los demás en triunfar sobre nosotros mismo, recién en ese momento podremos comenzar a desarrollar nuestra humanidad