miércoles, 3 de agosto de 2016

Los Diez Estados. Observar la vida

Buda dijo una vez: " Duda de todo. Encuentra tu propia luz". Con esta frase nos insta a consolidar un criterio propio sobre todas las cosas. El es el maestro pero el camino es nuestro y a cada paso debemos ir descubriendo por nosotros mismos lo que él en su momento halló.

Una de las doctrinas más importantes del budismo es la de los  " Tres mil aspectos contenidos en cada instante". Hoy explicaremos los diez mundos.

Nuestra condición de vida está sujeta a cambiar a cada instante aunque siempre hay una o varias tendencias alrededor de las cuales gira nuestra actividad, y a las cuales tendemos a regresar, de ahí el nombre de "tendencias". Todos los individuos poseen el potencial de elevar su tendencia básica a través de la práctica y el autoconocimiento. Nuestras percepciones y valores cambian dependiendo del Estado hacia el que tendamos o en el que nos encontramos en cada momento. Al elevar nuestro estado de vida también cambiamos nuestras percepciones y con ello también varia nuestra forma de pensar y actuar en determinadas situaciones, nuestra respuesta y la de nuestro medio ambiente. Es La Ley de Causa y Efecto.
Nuestro estado de vida condiciona la forma en que ercibimos el mundo. Nos demos cuenta o no,ese estado determina en gran medida nuestras acciones, pensamientos, relaciones, emociones, caminos en la vida... y el estado de vida a su vez está condicionado por el corazón.

El estado de vida fluctúa a lo largo del día o de unos segundos, pudiendo pasar rápidamente de uno a otro sin percibirlo. Los seis estados inferiores están a merced de nuestro entorno, condicionados a aparecer y desaparecer por la influencia de las causas externas. Los cuatro superiores ya no dependen de éstas.

Los tres inferiores están dominados por el odio, la estupidez y la codicia. Se caracterizan por una fuerza vital débil en que el mundo circundante se percibe con desdicha. La moral y la ética es confusa, nunca se siente satisfacción y se vive bajo la esclavitud de los deseos incluso esclavizados por ellos.  Son estados que autodestructivos que provocan malestar en uno mismo y en los demás.

La ira es el siguiente. Se caracteriza por la perversidad, la arrogancia y la agresividad. En este estado las personas reafirman su autoimagen de personas benevolentes y virtuosas e intentan convencer a los otros igual que ya lo han hecho consigo mismos. Cuando en este estado se aprende a canalizar la energía de superar a los demás por la de superarse a si mismo se entra en el siguiente estado que sería el de Humanidad. En éste el intelecto es la condición clave pues somos conscientes de que la humanidad resulta del esfuerzo de controlar nuestros deseos e impulsos para actuar en armonía con los demás y el medio ambiente. Le sigue el Estado de Éxtasis en que se vive a merced de las alegrías y las desgracias, este estado aún sigue surgiendo y activándose mediante la satisfacción o la frustración de los impulsos y los deseos gobernado por las circunstancias externas.
Cuando reconocemos que todo lo que se experimenta es transitorio empezamos a buscar una verdad duradera y únicamente entonces entramos en los Estados de Aprendizaje  y Comprensión intuitiva.

En el Estado de Aprendizaje se toma conciencia de la transitoriedad de las cosas y de la inestabilidad. Nos dedicamos a la reforma y desarrollo personal aprendiendo de las ideas, conocimientos y experiencias de otras personas. En el Estado de Comprensión intuitiva ya no se busca la verdad mediante la enseñanza de otros sino a través de la percepción directa. Toman conciencia de las causas y llegan a la comprensión de forma autónoma. En estos dos estados no se está condicionado por el entorno.
Por último , en los dos estados superiores se aspira a que las demás personas también alcancen la misma comprensión. El  estado superior es un estado de amor compasivo, pureza, libertad y sabiduría, desde él podemos reconocer que los otros nueve estados también están en nosotros y transformar esa energía en pos de actividades altruistas y valiosas.

Fuentes: "Develando los misterios del nacimiento y la muerte" (Daisaku Ikeda)