jueves, 8 de mayo de 2014

El poder de la palabra y del pensamiento correcto

Tanto Jesús como Buda enfatizan la importancia del amor al prójimo como a uno mismo. Solamente desde el amor puede entenderse la confusión humana que proviene de la ignorancia y el sufrimiento,  de la dificultad de procesar correctamente el pensamiento y de la incapacidad de ver al ser en toda su amplitud desde la perspectiva del amor incondicional, aceptando todas sus imperfecciones y en base a todo ello decidiendo como será la interrelación.
Únicamente al mantenernos como espectador de nuestra propia vida podremos ver a los demás con los ojos de la  misericordia y decidir que papel dejaremos que tengan en nuestras vidas, aceptando plenamente nuestra responsabilidad sobre ella.
Si te ofrecen un regalo y no lo aceptas, el regalo sigue perteneciendo al ofertante. Si el regalo son palabras necias está en ti aceptarlas, entendiendo en todo momento el estado vital y el mundo desde el que fueron creadas y qué hay de realidad en ellas.
El que entienda la verdadera naturaleza de las emociones humanas no hará suyo lo que no le pertenece  pero sabrá analizar objetivamente si la crítica de su interlocutor corresponde a la realidad y en que medida factores externos al juicio emitido han contribuido a la argumentación y si se está atacando el argumento por disparidad de opinión o a la propia persona por desaprobación de la misma independientemente de la validez del argumento en sí.
Aquí estriba la importancia del pensamiento correcto porque es en él dónde se generará la palabra y la acción que le seguirán.
La perspectiva desde la cual observamos los sucesos a menudo está condicionada por las tendencias que hemos desarrollado a la hora de resolver conflictos, cuya acción está a su vez condicionada por los registros en las conexiones cerebrales que participan en la toma de decisiones a partir de la experiencia, una forma de pensamiento que se desarrolla a partir de una tendencia aprendida y basada en el resultado de experiencias previas que han quedado registradas en nuestro cerebro y a las que recurrimos inconscientemente en la mayoría de las ocasiones.
Si logramos transcender estos registros podemos ver cada situación como nueva sin valoraciones
desde una perspectiva objetiva.
En el Budismo sería transcender de la Octava Conciencia y llegar a la Conciencia Amala o Novena Conciencia desde donde la perspectiva desde la cual observamos el mundo no está condicionada por las tendencias kármicas y la visión se torna clara, limpia y objetiva.
Desde la psicología cognitiva esto sería olvidarse de "la caja negra" en que llevamos un registro que condiciona nuestro pensamiento y que tiene gran influencia en la toma de decisiones con tendencias claras, para desde la más pura objetividad sin condicionar ver el mundo con los ojos del Buda siendo Maestro de la Mente  y Maestro del Corazón, porque la mente es engañosa y el corazón es voluble. La mente puede engañarnos con percepciones distorsionadas que afectan al juicio de los acontecimientos y la emoción obnubilar la razón.




Y recuerda:
Lo que te está sucediendo es tuyo, y lo que no te suceda, es porque aún no estás PREPARADO















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