domingo, 8 de noviembre de 2015

Frases de Daisaku Ikeda

 Las personas para quienes siempre todo fue tranquilo, inevitablemente crecerán débiles, complacientes y arrogantes; por otro lado, aquellos que superaron grandes dificultades o profundos sufrimientos como una seria enfermedad, la ruina o la pérdida de algunos de sus padres a temprana edad, son quienes se convierten en victoriosos y verdaderos filósofos de la vida".



La paciencia es, en si misma, un gran desafío, y a menudo es la clave para superar un aparente punto muerto.


 Cualquiera que toma una resolución descubre con el tiempo que la fuerza de su determinación disminuye con el tiempo. Lo importante no es que no titubees en  tu determinación, sino que no te des por vencido ante la vacilación y no tires la toalla.




Tenemos tanto una fuerza inherente como una debilidad inherente; ambas son completamente diferentes. Si le damos lugar a nuestra debilidad para que nos domine, seguramente seremos derrotados.

Mientras seamos humanos, estamos condenados a cometer errores. En todo caso, lo que distingue a una persona enfocada en el futuro de una intransigente, una persona virtuosa de una deshonesta,  es si tiene la capacidad de admitir sus propios errores con franqueza y tomar medidas enérgicas para enmendarlos.

Cuando tu determinación cambia, todo se mueve en la dirección que tú deseas. En  el momento en que te resuelves a ser victorioso, cada nervio y fibra de tu ser inmediatamente se orienta a si misma en función de alcanzar tu éxito. Por otro lado, si piensas: “esto nunca va a funcionar”, en ese instante cada célula de tu ser se desinfla y renuncia a la batalla.

Si fallaste ayer, esfuérzate por triunfar hoy. Si fuiste vencido hoy, esfuérzate por vencer mañana.

 Cada vez que te caes, solo vuelve a ponerte de pie. Si puedes levantarte a ti mismo, entonces también puedes avanzar.

 Todo comienza cuando nos resolvemos a dar el primer paso. Con esta acción, la sabiduría surge y el cambio comienza. Sin acción, nada cambia

No avanzar es retroceder.


 En última instancia, no son las dificultades las que no derrotan, sino nuestra propia debilidad.


 Si quieres entender las causas establecidas en el  pasado, observa los resultados que se manifiestan en el presente. Y si quieres saber que resultados se manifestarán en el futuro, mira las causas que existen en el presente. La realidad de tu futuro se forja por las acciones actuales, por tu comportamiento en este momento.


 Las personas que se mantienen firmes en el aquí y ahora, que no se ven derrotadas por sus limitaciones, que no se comparan a si mismas con los demás, que avanzan con confianza en el camino elegido: esas personas son felices, esas personas son realmente grandes.

La gente no crece cuando su entorno es demasiado confortable, cuando no tiene desafíos. Es en medio del sufrimiento y el trabajo duro que la fuerza de carácter se forma.

En la otra cara de la arrogancia reside la cobardía: una falta de coraje para enfrentar la realidad. Del mismo modo, la discriminación y la envidia son también las dos caras de una misma moneda.

Una persona que se domina a sí misma es verdaderamente libre. La libertad reside en el corazón de los sabios, el sometimiento en el corazón de los necios. 

Si te vuelves abúlico, te encontrarás restringido, sin importar cuan libre es el entorno en que vivas. Por el contrario, si te mantienes positivo, en actitud proactiva, te verás libre, no importa cuan restrictivo sea tu entorno. La verdadera libertad es el calibre o la capacidad espiritual que le permite a una persona enfrentarse con cualquier circunstancia

Las personas de fuerza y capacidad genuinas son personas capaces de superar sus propias debilidades. Son personas que persiguen implacablemente los caminos que han elegido en su vida, sin darse por vencidos.

Las personas no deben vacilar en hacer su máximo esfuerzo, de una manera fiel a sí mismas ¿Cómo sabrás cuán rápido o cuán lejos puedes llegar si nunca corres a tu máxima potencia? Rendirte aun antes de haberlo intentado es realmente arrogante, un afrenta al magnífico poder de la vida en tu interior, y una falta de respeto a ti mismo.

Uno no puede volverse un protagonista de su vida si uno se deja llevar fácilmente por las propias emociones acerca de cosas intrascendentes. La fuerza del carácter reside en actuar en el teatro de la vida con coraje y confianza, practicando la reflexión y el autocontrol bajo cualquier circunstancia.

Hay una tendencia humana a culpar a los demás antes de reflexionar acerca de uno mismo. Pero haciendo esto,  nunca encontrarás la verdadera causa del problema, y nunca lograrás un progreso real.


 Solo cuando aprendamos a redirigir la energía que usamos para triunfar sobre los demás en triunfar sobre nosotros mismo, recién en ese momento podremos comenzar a desarrollar nuestra humanidad









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