martes, 23 de febrero de 2016

Percepciones, estados y tendencias desde la visión del budismo

Practicar el Budismo  significa abrir los ojos a una filosofía ancestral, absolutamente racional y correcta cuyas bases sustenten la vida y cuyo conocimiento nos proporcione el control de los sutiles engaños de la mente ( marcados por el karma, que se hallan en la conciencia) y los engaños del corazón (voluble y dominado por las pasiones), convirtiéndonos en maestros de ambos, siendo capaces de llevar a cabo acciones contrarias a nuestras tendencias habituales, libres de ego y sabiduría superficiales para envolverse en la profunda sabiduría del Sutra del Loto.

La perspectiva desde la cual observamos los sucesos a menudo está condicionada por las tendencias que hemos desarrollado a la hora de resolver conflictos, cuya acción está a su vez condicionada por los registros en las conexiones cerebrales que participan en la toma de decisiones a partir de la experiencia, una forma de pensamiento que se desarrolla a partir de una tendencia aprendida y basada en el resultado de experiencias previas que han quedado registradas en nuestro cerebro y a las que recurrimos inconscientemente en la mayoría de las ocasiones.
Si logramos transcender estos registros podemos ver cada situación como nueva sin valoraciones desde una perspectiva objetiva.
En el Budismo sería transcender de la Octava Conciencia y llegar a la Conciencia Amala o Novena Conciencia desde donde la perspectiva desde la cual observamos el mundo no está condicionada por las tendencias kármicas y la visión se torna clara, limpia y objetiva.
Desde la psicología cognitiva esto sería olvidarse de "la caja negra" en que llevamos un registro que condiciona nuestro pensamiento y que tiene gran influencia en la toma de decisiones con tendencias claras, para desde la más pura objetividad sin condicionar ver el mundo con los ojos del Buda siendo Maestro de la Mente  y Maestro del Corazón, porque la mente es engañosa y el corazón es voluble. La mente puede engañarnos con percepciones distorsionadas que afectan al juicio de los acontecimientos y la emoción obnubilar la razón. De ahí la importancia del pensamiento y de que éste sea correcto.

Existen beneficios visibles y beneficios invisibles. Es a partir de estos beneficios invisibles que se crea el beneficio visible. No se trata de nada mágico sino un esfuerzo en el que a través de la Práctica y del Daimoku principalmente surgen una serie de cambios en nosotros que optimizan nuestros mejores resultados en las decisiones y actuaciones que podamos emprender, aún partiendo de las peores circunstancias.

El mayor beneficio del Daimoku es la purificación de los seis sentidos: vista, oído, olfato, gusto, tacto y la mente que procesa toda la información que nos llega del exterior.
Al lograr la purificación de los seis sentidos nuestra percepción del mundo se vuelve más objetiva y se desvincula de los procesos mentales que la distorsionan y la alejan de la realidad objetiva de forma inconsciente, los sesgos.

Todo ello nos permite ver con mayor claridad, objetividad y sabiduría lo que ocurre en nuestras vidas y alrededor de ellas y nos ofrece el potencial para actuar de la manera más adecuada en cada situación desde una percepción global y objetiva descartando la ilusión que se alimenta de percepciones equivocadas y procesos mentales distorsionados por los sesgos, el karma y las tendencias.

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