viernes, 7 de marzo de 2014

De la perversión del orden a la tiranía

Platón abogaba por el filósofo gobernante, puesto que los filósofos en su búsqueda de la verdad, el conocimiento y los entresijos del alma humana adquirían mayor dominio sobre la naturaleza racional, emocional e instintiva de su pequeño ego y actuaban y aconsejaban con una sabiduría imparcial, benévola e iluminada orientada al beneficio de la humanidad. Platón creía que el gobernante justo, sabio y encaminado al bien era el filósofo y que el gobierno del pueblo no llevaría a otra cosa que a la perversión del orden y por consiguiente al desorden democrático o a la tiranía pues el hombre vive en conflicto consigo mismo, con su alrededor, con sus semejantes, con el medio ambiente, con las especies con las que cohabita y con todo lo que halla a su paso. El pensamiento colectivo no está más que plagado de los intereses individuales de cada grupo o individuo, dónde perseveran en la preservación de los privilegios individuales supeditándolos a los universales, y por todo ello el hombre común está incapacitado para asumir el poder sin ser corrompido por él.

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